Ir al contenido principal

El poder de la nicotina y nuestra mente.

Hoy hablando con una compañera de trabajo sobre dejar de fumar me ha comentado que ella se hizo la siguiente propuesta hace algunos años. Dejaría de fumar durante un mes para ver si era capaz de conseguirlo, de este modo, si conseguía aguantar un mes quizás podría dejarlo definitivamente. Cuando empezó lo llevaba bastante bien, la primera semana lo pudo aguantar sin demasiados problemas, pero después, cada día que pasaba y cuanto más se iba  acercando al mes sin fumar, las ganas de encenderse un cigarrillo eran muy fuertes y la última semana se le hizo interminable. Después cuando llegó al final volvió a fumar, es más, se fumó lo que no se había fumado en ese mes.

Oyendo esto me doy cuenta de que la adicción está prácticamente toda en la mente. La propuesta que yo estoy realizando es firme, es por esto que cada día que pasa tengo menos ganas de fumar, en cambio a esta compañera le sucedía todo lo contrario, ella no quería dejar de fumar, pero esperaba que si estaba un mes sin fumar sus ganas se irían pasado ese tiempo. Todo esto es mentira, esta chica al no tener claro que dejaría de fumar al cabo de un mes, solo estaba deseando que pasara ese mes para poder fumarse un cigarro y cuanto más cerca estaba del final más ganas tenía de fumar. Es por esto que no importa si es un mes, un semana, un año, lo importante es tener claro que no se va a volver a fumar.

Si estas dentro de un hospital, en un avión, en el cine… tu cuerpo sabe que no puede pedir nicotina y por eso no la pide con mucha insistencia, pero cuando ve que se acerca el momento de pedir nicotina se dispara una alarma que no te deja hasta que no le das un cigarrillo. Este es el motivo por el cual esta compañera no pudo aguantar pasado un mes, se le disparo la alarma. La única forma de apagar la alarma del tabaco es con el convencimiento propio, no hay otro sistema más efectivo que este.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mes y medio sin fumar

Ahora que ya no fumo soy mucho más observador con los hábitos y costumbres de los fumadores, quizás es por mera curiosidad, quizás por encontrar un motivo que me explique como pude estar tanto tiempo enganchado al tabaco, pensando que sería imposible dejarlo. Ahora me fijo mucho más en la gente que hay fuera de un local fumando, en el balcón de su casa (ahora en invierno no creo que nadie pueda decir que es un placer...), al dar el primer sorbo a un café por la mañana, el cigarrillo de quien espera... cuando paso cerca de alguno de estos fumadores me pregunto a mi mismo cual fue el motivo que me llevó a pensar que no podría dejar de fumar. Hoy hace 6 semanas que dejé de fumar y ya he llegado a un punto en el cual no necesito el tabaco para nada, ni hay situaciones que me sean más complicadas de afrontar sin un cigarrillo. Estoy contento, puedo pasar los días sin notar la adicción que me consumía cada día poco a poco. Cuando me planteé dejar de fumar creía que un mes y medio sin fuma...

Segundo día sin tabaco, un gran paso

El segundo día, es un día especial, ya he conseguido pasar todo el primer día sin fumar y esto es un gran avance, para una persona no fumadora puede resultar hasta cómico oír esto, para un fumador estar un día entero sin fumar es un reto. La verdad si he podido estar un día entero, no veo la razón para no estar otro… Lo que me resulta más curioso ahora que no fumo, es la atención que presto a las personas fumadoras, las observo para ver su reacción al encender un cigarrillo, cuando sacan el humo, al comprar un paquete en la máquina de tabaco… es el ritual de esta gran adicción. También estoy contento de haber elegido este fin de semana para dejar de fumar, el lunes es fiesta, creo que así cuando el martes vuelva al trabajo, estaré más acostumbrado a la nueva vida sin humo, ya llevaré tres días sin fumar. Al escribir esto también me doy cuenta de la obsesión por el tiempo pasado de los que dejamos el tabaco, me explicaré mejor. Al dejar de fumar siempre estamos contando los días que hac...

El último cigarrillo (el desenlace)

Ayer os dije que iba a contar como fue mi último cigarro. La verdad, cada vez que pensaba que iba a dejar de fumar no me imaginaba como sería fumarse un último cigarrillo, supongo que la idea que tenía es que se me haría demasiado corto, no sabría si dar más caladas para ingerir más humo o por el contrarío intentar que no se quemara demasiado rápido para que el momento se hiciera más largo, casi eterno. También pensaba donde me lo fumaría, supongo que si lee esto un no fumador tiene derecho a reírse y pensar que menuda estupidez, pero para un fumador es una situación que tiene mucha importancia. Bueno, en cuanto al lugar donde fumar ese último cigarro, era difícil de decidir, no podía ser un cigarro andando por la calle pendiente de otras cosas, ni en una parada de autobús mientras veo como llega el mío y aún no he fumado ni la mitad, no podía ser así, tenía que ser un momento en el que dedicase toda la atención del mundo a ese cigarro y además tenía que disponer del tiempo suficiente...